Día 8: Novena a la Santísima Virgen de Guadalupe

Puesto de rodillas delante de María Santísima, hecha la Señal de la Cruz, se dice el acto de contrición.

 

Acto de contrición

¡Oh Jesús y Señor mío! Cuán grande es mi ceguedad pues después de revelarme que hay un infierno eterno, no he temido de tu justicia. Cual monstruosa es mi locura, pues sabiendo que con pecar te tengo a ti por enemigo, me he atrevido a cometer mil veces el pecado, a vivir años enteros sin darle cuidado alguno a tu infinito amor.

Merecía, Oh Señor mío, merecía justamente que ejecutases tu sentencia que con tanta paciencia haz diferido: lo merecía, es verdad, más vos has querido vencer mi malicia con tu bondad; tu misericordia, ha superado mi iniquidad: ya me doy por vencido de tu amor pues me has buscado cuando huía de Ti. Como he de temer que ahora me arrojes de tus pies, ahora que te busco arrepentido.

¡Oh dulcísimo Jesús, con toda el alma detesto, abomino y aborrezco el pecado, sólo porque lo aborreces Tú a quien amo con todo mi corazón, a quien deseo agradecer y acompañar por toda la eternidad! Amén.

 

Oración inicial

¡Oh Santísima Señora Reina del Cielo y la Tierra!

Cuando yo levanto los ojos al trono de tu grandeza te contemplo, la mayor de todas las criaturas y sólo menor que Nuestro Creador ¿Cómo es posible que me atreva a llamarte Madre? Pero así es Señora, tú que eres Madre de Dios, me has dicho que también eres Madre Mía. Así se lo dijiste que desde tu templo del Tepeyac te mostrarías Madre amorosa y tierna de cuantos buscasen y solicitasen  tu amparo.

Pero no sólo esto es lo más; lo más que es, que en esto no hiciste otra cosa que conformarte gustosa con la voluntad de tu divino Hijo, Jesús, quien olvidado de las penas atrocísimas que estaba padeciendo en la cruz y entre sus mortales agonías, te encargó que me mirases como hijo. No lo merezco Señora, no merezco ser hijo tuyo, pero tú has querido ser Madre Mía. No he sabido desempeñar el título de hijo; pero no por eso dejas Tú de desempeñar el título de Madre, nuestra que eres Madre, nuestra Madre, no atendiendo mis maldades, sino a las entrañas de piedad y misericordia de que te dotó el Altísimo, cuando te hizo abogada de los pecadores.

Deseo portarme como hijo tuyo pero no podré poner en práctica mis deseos si no me alcanzas de Dios un aborrecimiento firme al pecado mortal que es lo que me hace indigno de tu Amor. Amén.

Récense cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones, y luego se reza la oración del día.

 

DÍA OCTAVO

Tu vestido bordado de oro

(10 de diciembre)

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Qué misteriosa y que acertada estuvo la mano del Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro finísimo que le sirve de guarnición.

Aludió sin duda a aquél finísimo oro de la caridad y amor de Dios con que fueron enriquecidas tus acciones. ¿Y quién duda, Señora, que esa tu encendida caridad y amor de Dios estuvo siempre acompañada del amor al prójimo y que no, por verte triunfante en la patria celestial, te has olvidado de nosotros?

Abre el seno de tus piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien caído te invoca para levantarse; tráete la gloria de haber encontrado en mí una miseria proporcionada, más que todas, a tu compasión y misericordia. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

 

GOZOS A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE GUADALUPE

Pues a ser nuestro consuelo
bajasteis, ¡oh Virgen pura!
De el lleno a nuestra ventura
subir a adorarte al cielo.

En la tilma retratada
dejaste tu imagen bella
para que fuese la estrella
de esta tu América amada;
por eso en ti asegurada
tiene su dicha este suelo

De el lleno a nuestra ventura
subir a adorarte al cielo.

Del sol los rayos ardientes
forman trono a tu grandeza,
que no eran a tal pureza
otros adornos decentes:
Venzan tus rayos valientes
de nuestros pechos el yelo:

De el lleno a nuestra ventura
subir a adorarte al cielo.

Para bordar tu vestido
han bajado las estrellas,
porque en tu manto hallan ellas
firmamento más lúcido:
Tú siempre la estrella haz sido
que influye nuestro consuelo:

De el lleno a nuestra ventura
subir a adorarte al cielo.

Tapete forma la luna
a tus plantas sacrosantas,
porque cree hallar en tus plantas
el lleno de su fortuna:
Padezca el indiano suelo:

De el lleno a nuestra ventura
subir a adorarte al cielo.

En tosco y grosero ayate
pintas tu imagen hermosa,
y por honrarme piadosa
a esto tu humildad se abate:
Justo es que mi pecho trate
de agradecer tanto celo.

De el lleno a nuestra ventura
subir a adorarte al cielo.

Ceñida la real corona
se ve, oh María en tu cabeza,
que por Reina te confiesa
desde la una hasta la otra zona:
Allí de águila te abona
que hasta Dios levantó el vuelo!

De el lleno a nuestra ventura
subir a adorarte al cielo.

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Madre amorosísima mía, María Santísima de Guadalupe! Bien lo sabes, Señora, bien sabes que desde mi tierna edad te he mirado y reverenciado como Madre, como abogada y protectora. Tú has querido desde entonces mirarme como uno de tus hijos. Cuantas gracias y mercedes he recibido de Dios, conozco haberlas recibido por tu medio. ¡Qué descuido tan grande el mío! ¡Qué infidelidad tan grosera el no haberte servido y obsequiado con una puntualidad y amor igual a tu bondad! Mas ya desde hoy protesto honrarte, servirte y amarte, como corresponde a un hijo atento, amante y reconocido. No fue otro el fin de tu venida a este suelo, sino hacemos presente, traernos a la memoria el amor, cuidado y solicitud que como Madre tienes de nosotros: pues yo me doy, Señora, por entendido y recurro a ti como madre: no sean parte mis maldades para que apartes de mí los ojos de misericordia. Haz que viva como hijo tuyo, pues no es otro mi deseo sino agradarte y servirte en esta vida y después de ella darte en el cielo los agradecimientos de las misericordias que Dios me ha concedido por tu intercesión. Amén.